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Conoce a las curadoras

CONOCE A LA CURADORA: MAYA JURACÁN

Es activista y curadora de arte. Ha dirigido proyectos en la Casa de la Memoria con las mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado interno. Curadora en Jefe Bienal en Resistencia y co-curadora de la 21 Bienal de Arte Paiz, Más allá, parte del programa pedagógico de la Bienal FEMSA. Es la curadora aliada de la Casa de la Memoria (CALDH) y trabaja desde la gestión crítica de la memoria histórica en Guatemala.

Actualmente dirige la colección de Arte Paiz, que cura con un ojo crítico feminista y decolonizador, también co-creo espacios independientes como La Revuelta colectivo de curadoras feministas guatemaltecas para formar espacios seguros en el arte y disidentes desde el lenguaje. Como activista creo Proyecto 44, el cual se dedica al arte público y denuncia social.

A continuación, te compartimos una entrevista en la cual profundizamos qué ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

Para mí la curaduría es un discurso político y un punto de encuentro, la curaduría no debería de ser un ejercicio a una sola voz. Más bien un ejercicio comunitario, algo que pueda generar más preguntas que respuestas, que pueda decirnos visiones diversas y que pueda contarnos memoria de todxs.

En alguna ocasión un artista nombraba que mi texto curatorial sonaba como un manifiesto y es precisamente lo que trato de hacer: todo acto que nosotros realicemos es un acto político no sumarlo a la curaduría sería un error miope.

Entonces, para mí la curaduría es mi espacio de lucha de resistencia y de activismo. Es un espacio donde puedo ficcionar el futuro y crear otras posibilidades a través del arte donde muchos amigxs y compañerxs artistas nos acompañamos juntxs. En este proceso la curaduría es una herramienta para crear otras posibilidades.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

Para mí ser curadora en Guatemala fue una disrupción en sí misma entender que en el país existen muchísimas curadoras, pero pocas ocupan espacios de poder en museos, galerías o instrucción internacionales. Entonces, ser curadora fue enfrentarme a paternalismos, condescendencias, críticas y cuestionamientos todo el tiempo. Es más, sigo pensando que a las curadores se nos exige que justifiquemos todo lo que hacemos, lo cual no es lo mismo con los curadores hombres.

Además de eso, en mi práctica curatorial descubrí también que este espacio es un lugar de poder y debía ser capaz de destruirlo para poder fomentar una idea nueva que pueda incluir diferentes voces y plantear argumentos y teorías desde la pluralidad. Es por eso que la carga curatorial no se lleva sola, se debe de ser acompañada por todas aquellas que creen que este proceso es más que un simple acompañamiento artístico o un proceso de mediación artística.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras y/o artistas?

Estaba en el colegio y venía de una familia muy conservadora, cuando me topé con una revista de Siglo XXI y conocí a Regina José Galindo,en el texto decía que era un artista guatemalteca, la cual había cortado todo su cabello corporal y caminado desnuda en las calles de Roma. Me pareció un gesto revolucionario, esa imagen me guiaría en mis próximos descubrimientos un performers que lo diga todo.

Después en mi práctica, conocí a Rosina Casali, Anabel Acevedo y Belia Vico fuentes vitales que harían cuestionarme el proceso y que me acompañaron a nombrarme como curadora. Ciertamente Itziar Segon y Paulina Zamora, que en sí mismas no se nombran como curadoras, me dieron todas las herramientas para poder vincular las relaciones artísticas con los contextos sociales al punto que sus cuestionamientos eran tales que le harían rupturas en mis visiones artísticas.