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CONOCE A LA CURADORA: MAYA JURACÁN

Es activista y curadora de arte. Ha dirigido proyectos en la Casa de la Memoria con las mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado interno. Curadora en Jefe Bienal en Resistencia y co-curadora de la 21 Bienal de Arte Paiz, Más allá, parte del programa pedagógico de la Bienal FEMSA. Es la curadora aliada de la Casa de la Memoria (CALDH) y trabaja desde la gestión crítica de la memoria histórica en Guatemala.

Actualmente dirige la colección de Arte Paiz, que cura con un ojo crítico feminista y decolonizador, también co-creo espacios independientes como La Revuelta colectivo de curadoras feministas guatemaltecas para formar espacios seguros en el arte y disidentes desde el lenguaje. Como activista creo Proyecto 44, el cual se dedica al arte público y denuncia social.

A continuación, te compartimos una entrevista en la cual profundizamos qué ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

Para mí la curaduría es un discurso político y un punto de encuentro, la curaduría no debería de ser un ejercicio a una sola voz. Más bien un ejercicio comunitario, algo que pueda generar más preguntas que respuestas, que pueda decirnos visiones diversas y que pueda contarnos memoria de todxs.

En alguna ocasión un artista nombraba que mi texto curatorial sonaba como un manifiesto y es precisamente lo que trato de hacer: todo acto que nosotros realicemos es un acto político no sumarlo a la curaduría sería un error miope.

Entonces, para mí la curaduría es mi espacio de lucha de resistencia y de activismo. Es un espacio donde puedo ficcionar el futuro y crear otras posibilidades a través del arte donde muchos amigxs y compañerxs artistas nos acompañamos juntxs. En este proceso la curaduría es una herramienta para crear otras posibilidades.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

Para mí ser curadora en Guatemala fue una disrupción en sí misma entender que en el país existen muchísimas curadoras, pero pocas ocupan espacios de poder en museos, galerías o instrucción internacionales. Entonces, ser curadora fue enfrentarme a paternalismos, condescendencias, críticas y cuestionamientos todo el tiempo. Es más, sigo pensando que a las curadores se nos exige que justifiquemos todo lo que hacemos, lo cual no es lo mismo con los curadores hombres.

Además de eso, en mi práctica curatorial descubrí también que este espacio es un lugar de poder y debía ser capaz de destruirlo para poder fomentar una idea nueva que pueda incluir diferentes voces y plantear argumentos y teorías desde la pluralidad. Es por eso que la carga curatorial no se lleva sola, se debe de ser acompañada por todas aquellas que creen que este proceso es más que un simple acompañamiento artístico o un proceso de mediación artística.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras y/o artistas?

Estaba en el colegio y venía de una familia muy conservadora, cuando me topé con una revista de Siglo XXI y conocí a Regina José Galindo,en el texto decía que era un artista guatemalteca, la cual había cortado todo su cabello corporal y caminado desnuda en las calles de Roma. Me pareció un gesto revolucionario, esa imagen me guiaría en mis próximos descubrimientos un performers que lo diga todo.

Después en mi práctica, conocí a Rosina Casali, Anabel Acevedo y Belia Vico fuentes vitales que harían cuestionarme el proceso y que me acompañaron a nombrarme como curadora. Ciertamente Itziar Segon y Paulina Zamora, que en sí mismas no se nombran como curadoras, me dieron todas las herramientas para poder vincular las relaciones artísticas con los contextos sociales al punto que sus cuestionamientos eran tales que le harían rupturas en mis visiones artísticas.

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CONOCE A LAS CURADORAS: SILVIA TRUJILLO

Socióloga, investigadora, columnista y curadora. Asimismo, trabaja en comunicación social y género y, desde hace varios, transita entre las fronteras de las artes y la academia. Se graduó de sociología en la Universidad de Buenos Aires y realizó una maestría sobre Derechos de las Mujeres en la Universidad de San Carlos de Guatemala. También es investigadora social y docente en la Universidad Rafael Landívar.

Es autora de investigación de sociología periodística sobre la situación de las mujeres periodistas en Guatemala: Espejos rotos. Además, coordinó el Observatorio Mujer y Medios y ha sido perita en casos de libertad de expresión. Actualmente, forma parte del equipo de comunicación del periódico feminista La Cuerda.

A continuación, te compartimos una entrevista en la cual profundizamos qué ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

Me gusta pensar en el curador/ la curadora como alguien que tiene la capacidad de entretejer las diversas sensibilidades, interpretar la polisemia de las obras, conocer la historia del arte, pero, a la vez, tener la suficiente humildad para treparse a una silla a clavar los clavos que faltan para terminar de montar una exposición. Por lo tanto, es una persona que media entre el cielo/infierno de las/os artistas, los espacios de exposición, las y los coleccionistas, los públicos (a quienes hay que conocer y «encantar» (cautivar) y todas las personas que conforman eso que llamamos «mundo del arte». En esta relación la persona que ejerce la práctica curatorial no puede escindirse de su contexto y, por eso, considero que un imperativo es abordar los temas que duelen, que laceran, que lastiman, hacerlo sin literalidades, pero ponerlos en evidencia.

Creo, finalmente, que para «curar» la producción de un artista, quien realiza dicha práctica debe poder/saber «ver»/interpretar en la obra lo que tiene de único y singular, algo que nadie más puede ofrecer y desde ahí compartirlo con las audiencias. Como quien cuida las semillas, las selecciona, las cuida y luego las siembra para verlas crecer.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

No me atrevo a nombrarme como tal. Me defino más bien como creadora, trenzadora de palabras. Escribo, a veces, casi de forma compulsiva, sobre lo que me conmueve. El arte me conmueve, me atraviesa. Opino, algunas veces desde la incomodidad, otras desde la impotencia o la rabia, a veces desde la esperanza. El arte, muchas veces es un polinizador de esperanza. Creo, me desafío, armó entramados de ideas porque ese es mi salvoconducto. Escribo, investigo, leo, analizo como práctica ante la vida. Escribo, publico, soy docente, comparto lo que he aprendido porque es mi forma de abrir surcos, brechas, de aportar a una sociedad distinta en la que creo. Y desde esa identidad fronteriza y múltiple me atreví a ser gestora en el centro cultural Casa Roja hace ya diez años.

He tratado de establecer puentes entre los mundos que me habitan, la sociología, la comunicación, el feminismo y el arte. En todo caso, de tener que definirme en ese rol, siempre tengo en mente una frase de Julio Cortázar que para mí es muy significativa, dice algo así: «Un puente no es un puente sino el ser humano que lo cruza». Entonces, yo entiendo el ejercicio de curaduría como ese ser que cruza el puente, que dialoga entre los «mundos» y en todo caso va dejando su aporte en cada uno de los espacios.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras?

María Victoria Veliz porque fue quien me hizo la primera pregunta que me obligó a pensar en la relación entre las ciencias sociales y el arte y ahí empezó mi camino, este, que me llevó a estar hoy respondiendo estas preguntas.

Rosina Cazali, Anabella Acevedo, Maya Juracán y Numa Dávila porque son quienes, en este contexto, a veces hostil, a veces más, le siguen apostando a la posibilidad de pensarnos desde el arte. Y eso es revolucionario en este contexto. Tanto, como la ternura y leer la historia a contrapelo.

Virginia Pérez Ratón, Tamara Díaz y María José Monge porque recibiendo clases con María Victoria Veliz las encontré en mi camino y sus retinas exquisitas capaces de crear lo que crearon y crean me perforó la sensorialidad.

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CONOCE A LA CURADORA: MARILYN BOROR BOR

Es una artista visual Maya Kaqchikel que cuestiona su contexto, desde una postura de oposición ante las estructuras patriarcales, racistas y colonialistas, a partir de la resistencia y recuperación de los idiomas de los pueblos indígenas u originarios. Estudió una licenciatura en arte por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Además, fue becada por la Fundación Utopía, España y por ESPIRA/Espora Residencia de Artistas Centroamericanos Emergentes Nicaragua, por tres años consecutivos.

Por otro lado, ha sido ganadora de la Beca a la Investigación Artística Yaxs; artista seleccionada para participar en la XIX, XX y XXII Bienal de Arte Paiz; la Bienal del Sur “Pueblos en resistencia” Caracas, Venezuela y el Festival Internacional de las Artes FIA, Costa Rica.

A continuación, te compartimos una entrevista en la cual profundizamos qué ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

Es alguien responsable de crear un concepto, una forma, una historia y de llevar a los artistas. Estructurar una lectura del trabajo de los artistas según la metodología que se maneja.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

Práctica de trabajar en equipo en donde se unifican todos los pensamientos. Trabajar desde la horizontalidad. Empecé a trabajar como curadora por la necesidad de incluir mujeres artistas en las exposiciones. Como un ejercicio para nombrar a todas esas mujeres que nunca se habían nombrado antes. A los artistas nos toca convertirnos en curadores porque no existen curadores que manejen la misma metodología que uno como artista aplica. Considero que debe de haber más empatía entre curadores y artistas, no sacralizar la figura del curador.

En Guatemala ser artista es difícil y pensarte como mujer y artista es el doble de difícil y pensarte como mujer artista e indígena es el triple de difícil. Nos toca pelear 3 peleas.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras y/o artistas?

Patricia Belli – en Nicaragua y sus residencias de arte, en donde hice mi red de artistas. Virgina Perez Ratton – en Costa Rica, su trabajo ha sido super importante para las mujeres en Centro América. Rosina Cazali y Anabella Acevedo – en Guatemala. Además de todas las mujeres tejedoras que no han sido nombradas artistas, pero son grandes referentes para mi trabajo.

Y todas las mujeres artistas presentes que desde nuestro arte creamos plataformas y generamos nuevos espacios.

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CONOCE A LAS CURADORAS : BLANCA TRIQUEZ

Es una arquitecta, gestora de proyectos culturales y promotora del arte. Es egresada de la Universidad Rafael Landívar y también ha realizado estudios técnicos y de postgrado en Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural en la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Formó parte del Colectivo ManifestaRte, organizando rutas de paseos nocturnos en bicicleta por la ciudad y el festival ManifestaRte: arte por un mundo más humano en el Cerrito del Carmen. Ha sido voluntaria y moderadora en proyectos comunitarios de desarrollo. También ha participado en ciclos de conferencias sobre acciones culturales y gestión del patrimonio.

Se desarrolló como profesional y gestora independiente, trabajó en Galería El Túnel como asesora de arte. Actualmente se desempeña como Coordinadora de Gestión Cultural para la Municipalidad de Guatemala, coordinando múltiples proyectos de cultura y educación artística.

A continuación te compartimos una entrevista en la cual profundizamos que ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

La curaduría considero que es el puente que une el resultado final de una exposición y el espectador. Es el proceso de pensar, organizar ideas, crear un mapa mental, investigar, conocer a profundidad sobre el artista y las obras. Es diseñar la secuencia, el contenido y la museografía de una exposición.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

No me considero curadora, pero como gestora cultural ha representado para mí ser una persona proactiva, profesional, apasionada por lo que hace, ser creativa generando ideas, realizando propuestas y creando proyectos. Es constantemente comunicarse con personas e instituciones, es lograr esfuerzos colectivos, es ser mediadora para gestionar, organizar ideas, planificar y ejecutar. Es contagiar la pasión por los proyectos y potencializarlos.

También es llevar procesos diseño y administración para cuantificar costos de producción, coordinación y materialización, buscar formas creativas de resolver, llevar índices de resultados y medir cumplimientos de objetivos.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras?

Virginia Pérez Ratton, Rozina Cazali y Marivi Véliz.

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CONOCE A LAS CURADORAS : FLOR YOQUE

Es una observadora aguda del desarrollo humano en la niñez y la juventud, diseñadora de experiencias educativas y constructora de puentes emocionales. Agitadora de entornos de aprendizaje. Es egresada de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y cuenta con estudios en Pedagogía, así como un posgrado en Políticas Culturales de base Comunitaria FLACSO.

Durante 2 décadas ha trabajado en espacios y condiciones que involucren la apertura de la experiencia artística para la infancia y la juventud en instituciones públicas, privadas y no escolarizadas. Asimismo, es cofundadora del Creatorio Artístico y Pedagógico CAP.

A continuación, te compartimos una entrevista en la cual profundizamos qué ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

Mis respuestas están basadas en la relación arte-pedagogía y participación, acciones que implican colectividad, sin necesidad de subordinar una de las otras.

La curaduría pedagógica liga las prácticas artísticas con la acción cultural de aprendizajes alternativos. Una especie de minga o trueque, atravesada por la conciencia sensorial. Creando conexiones que permiten claridad o confusión fundamentada en el tránsito de la experiencia.

Es abrir un puente de exploración y acompañar a las personas en el camino interpretativo del recorrido, entre códigos y referentes, donde la pregunta, la respuesta y la incertidumbre tienen el mismo valor.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

Es una agitadora social, diseñadora de experiencias, constructora de puentes emocionales, observadora aguda del desarrollo humano y de los medios o recursos que le permiten relacionar la realidad y los contextos.

¿Quiénes son tus referentes de curadoras?

En Guatemala mucho se dice de arte y público, pero poco de curaduría pedagógica y eso es contradictorio.

El sistema oficial educativo les sede a las artes una cantidad casi efímera de tiempo en el CNB. La curaduría pedagógica en Guatemala no es una práctica necesariamente habitual en los espacios de educación artística, los museos o las galerías. La pandemia ha venido a desnudar entre tantos, la precariedad del sistema educativo nacional, como el vacío en temas pedagógicos en las instituciones culturales, galerías y espacios educativos dedicados a la distribución de experiencias artísticas. Desde el sur cito a: Ana Mae Barbosa quien aportó en la 24 Bienal de San Pablo su fenomenología, pedagogía crítica y su metodología triangular que emplea el potencial comunicativo del arte.

Puedes conocer más del trabajo de Flor Yoque por medio de las redes sociales de Creatorio Cap.

 

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CONOCE A LAS CURADORAS: JOSSELINE PINTO

Es una curadora independiente y docente.Su trabajo gira en torno al estudio y manifestación de la imagen poética, así como la reflexión del proceso artístico como proyecto de mediación educativa. También es docente de cursos como teoría del arte contemporáneo y estudios curatoriales. Sus ensayos se encuentran en diferentes libros y revistas como Arte al Día, Artishock, Revista Artefacto y esQuisses. También ha publicado los poemarios Objetos1 y Cartas Íntimas, así como en antologías.

Ha sido curadora educativa para la Fundación Nacional para las Bellas Artes y la Cultura (FUNBA); co-coordinadora del programa «Laboratorio de Arte Contemporáneo» en la Fundación Paiz y del programa «Diplomado en Curaduría de Arte Contemporáneo» en La Fototeca. Asimismo, fue seleccionada para el «Programa de Formación Curatorial» de TEOR/éTica Costa Rica; la tercera edición de la «Escuela de Crítica de Arte», La tallera, Cuernavaca, México y para el “Curatorial Intensive Mexico City” de Independent Curators International.

Actualmente, es co-fundadora y directora del proyecto curatorial MANIFESTO-espacio y encargada de la producción de la XXII Bienal de Arte Paiz en Guatemala.

A continuación, te compartimos una entrevista en la cual profundizamos qué ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

Curaduría es diálogo y conexión. Vínculos-relaciones. La curaduría es complicidad y movimiento. Es un trabajo y una forma de trabajar. Un mapa de pensamiento ejecutable. La curaduría trabaja para el artista y el arte. Crea puentes y conexiones entre lugares, formas, palabras, espacios, objetos y cuerpos. Es un trabajo en equipo para lograr un fin común: la conversación. Los curadores trabajan con artistas y crean o vinculan plataformas para sus ideas. Recobran historias olvidadas y las traen al presente, al público. Ayudan a crear nuevas historias con un ojo crítico para pensar el presente. Es inventar formas para hacer proyectos. Es crear en una caja, una pared, un tráiler, una maleta, una mano… un dispositivo para el arte.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

Ser curadora es primero ser una mujer que ejerce la curaduría. Es ser entusiasta del arte y fan de los artistas. Una curadora es una mujer que organiza exhibiciones y por ende organiza conversaciones. Trabaja en observar y compartir vínculos y conceptos entre distintas obras y distintos artistas. Puede crear conexiones, historias y mapas entre objetos y entre ideas. Se preocupa porque la obra tenga lo que necesita para habitar el espacio y al mismo tiempo conoce y modifica los espacios para estas ideas. Una curadora propone situaciones o ayuda a hacerlas realidad. Conoce a los artistas y sus trabajos. Escucha. Observa. La curaduría y la curadora no son más que formas de colaboración, conversaciones y preguntas sobre la historia, el mundo o el presente.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras?

En Guatemala, el trabajo de Edith Recourat como crítica de arte y promotora de artistas creo que fue sumamente importante para la consolidación de las carreras de muchos como Francisco Tún. Su agencia en el medio y el mercado institucionalizó a muchos grupos y artistas de la época formalizando una historia del arte moderno.

Por otra parte, el trabajo de curaduría e historiografía que ha realizado Rosina Cazali es admirable como una curadora que introdujo la definición y el método de la práctica a las instituciones en Guatemala sin perder su independencia. La enunciación de su profesión como «independiente» es clave para entender los alcances que la curaduría tiene como agenciadora de plataformas y discursos. Jessica Kairé es también una referencia local, preocupándose por la vinculación del público con las obras y la necesidad de esa conexión entre objeto y cuerpo.

En Latinoamérica, admiro mucho el trabajo que Tamara Díaz-Bringas ha realizado desde la curaduría y la crítica. También el trabajo de Marina Reyes Franco como una mujer que repiensa las instituciones y su función para el arte. El trabajo de gestión e institucionalización que está realizando la curadora Sofía Villena en Costa Rica, produciendo conocimiento sobre la práctica costarricense de las instituciones y el campo curatorial. También Priscila Méndez de Costa Rica hace un excelente trabajo insistiendo en la importancia de los nuevos medios y el arte digital para el arte en Centroamérica.

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CONOCE A LAS CURADORAS: CHRISTINA CHIROUZE

Es una curadora independiente y crítica del arte que está interesada en realizar un puente transatlántico entre sus dos culturas: francesa y guatemalteca. Además, busca que su trabajo esté atravesado por un enfoque holístico de la exposición en donde intervengan todos sus sentidos. Actualmente, está buscando ampliar su formato expositivo en otras experiencias, puesto que cree en la interculturalidad, la porosidad entre disciplinas y la fluidez de las narraciones.

Desde 2008 ha realizado, como gestora cultural, alrededor de sesenta exposiciones en La Caféothèque, un centro cultural que busca resaltar la cultura de los espacios cafeteros: América Latina, África y Asia. Asimismo, ha escrito diversos textos sobre eventos culturales, artísticos y sociales que se han publicado en diferentes medios como Artishock, Nómada y Sciences de l’Homme et de la Société. En el 2016 creó la asociación AcÁ París, en donde ha realizado diferentes eventos transdisciplinarios culturales, todo esto con la intención de hacer una promoción cultural de Centroamérica en Francia. También es miembro de la asociación de curadores (CEA), en donde ha sido promotora de la cultura centroamericana.

Dentro de sus últimas curadurías se puede mencionar Café Abstracto (2015); All’Estero (2018); Punto. Expansión (2018); Drinking coffee with my masters (2018); Exposición monográfica (2019); Intervención y exposición (2019); Blanco & Fuego (2019); Lisières (2019); Mimesis (2019); Un café, un visage (2019) y Entre la fleur et l’écorce les temps de la forêt (2020).

A continuación te compartimos una entrevista en la cual profundizamos que ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

Para mí, la curaduría es ante todo una aventura humana. Trabajar con arte, con artistas, es trabajar con materia viva, sensible, con sentimientos y sensaciones, con historias propias y colectivas, con la más íntima expresión de la humanidad.

Curaduría viene de «curare» en latín, que significa «cuidar». Donde yo vivo, en Francia, todavía se usa el término «comisario de exposición», pero la connotación de esa palabra me suena muy formal, muy técnica, casi policial. Curador, curadora, por su consonancia con curandero, curandera, me parece un término más ajustado. Me gusta pensar en mi gremio como uno de brujas y brujos, mediums entre el «más allá» de lo simbólico; y el espacio-tiempo del público.

Además, el arte para mí es un remedio para nuestra sociedad. Hace unos años escribí una tesis (que fue publicada en Francia) sobre cómo el arte puede ayudar a sanar heridas, y tratar traumas colectivos: mi ejemplo central fue el conflicto armado en Guatemala, pero también es aplicable a la Shoah en Europa, Hiroshima en Japón, etc. Es apasionante, a la vez muy difícil de cuantificar y muy real: el arte terapia es la mejor ilustración. Un acercamiento subjetivo, sensorial, creativo, personal de un fenómeno social doloroso permite una catarsis, no sólo del artista sino también del público. Hace poco tuve la oportunidad de experimentar nuevamente esto en Panamá: dos exposiciones (una en el MAC, la otra en el Centro Cultural Internacional) trataron el tema traumático y controversial de la intervención estadounidense del 20 de diciembre de 1989. Muchos espectadores se echaron a llorar ante las obras. Lo interesante fue que se trataba tanto de gente que vivió sin verbalizar; como de jóvenes que se entristecían por no conocer la historia de su pueblo. Esas exposiciones son siempre experiencias fundacionales para una sociedad.

Por supuesto, y por suerte, no todas las exposiciones tratan temas sociales, históricos o políticos. Pero yo sí creo que todas, incluso las de arte abstracto, tienen una componente política, en el sentido etimológico de la palabra: el arte de la ciudadanía. Es el poder del arte. Los curadores / las curadoras estamos aquí para dar a luz esas experiencias sociales – casi mágicas.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

Ser curadora implica una entrega total: adentrarse en un universo desde el momento en que nace el concepto de la exposición hasta su realización en un espacio y un tiempo dados. Es definir la línea narrativa de la exposición, observar y analizar el universo del/de la/de los artista(s). Es federar las obras, hacerlas dialogar. Es crear la experiencia del público, por el transcurso, por la escenografía, por el discurso.

Para mí, el momento clave y más gozoso es la visita al taller del/de la artista. Allí, no sólo me interesan las obras, porque en realidad todo el universo que las rodea representa a la persona que les dio vida: 

¿es un espacio pequeño o es amplio? ¿es desordenado o al contrario, meticulosamente organizado? ¿Hay muchos materiales o sólo un lápiz? ¿Las obras son de gran formato o pequeñas? ¿Hay música o reina un silencio monacal? ¿Algún animal de compañía, niños cerca, o la soledad de la máxima concentración? ¿tiene objetos extraños que delatan algún fetichismo leve? ¿Hay luz natural? ¿hay plantas? ¿Hay obras de otros artistas? etc.

La visita al taller es, para mi, un momento sagrado. Por eso nunca preveo nada para después en mi agenda, me dejó la posibilidad de que dure horas. A partir de allí, nace otro nivel de confianza entre el/la artista y la curadora; a partir de allí se puede empezar a trabajar juntos en un proyecto común, que será la obra de ambas partes.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras?

¡Hay muchísimas! Pero empezando por algunas referencias que marcaron el siglo XX en Guatemala: Margarita Azurdia, que hizo de su vida una obra de arte; Lissie Habie con su ojo experimentador, y su forma mágica de asimilar su enfermedad a través de la creación; Nan Cuz, maravillosa mente creativa inspirada de sus fisuras y su búsqueda identitaria… Para mi son todas magas, brujas, referencias, las tengo en un altar.

Algunas otras, contemporáneas: Lourdes de la Riva, la «agente de las polillas», me parece genial. Sandra Monterroso y sus tótems de tela típica, su retorno a sus raíces, me parece un trabajo sensible y reflexivo, que también refleja un fenómeno social. Marilyn Boror, especialmente su serie que yo llamo «topográfica»: retratos monocromáticos de blanco sobre blanco sobre la gente invisibilizada por nuestra sociedad. Cómo no mencionar a Regina José Galindo, grandísima artista del performance, que siempre mete el dedo en la llaga y marca mentes. La última performance que vi de ella en vivo fue en la Casa Ibargüen: vestía, en silencio, el vestido que una mujer llevaba puesto el día en que fue asesinada. Ese mismo día, si mis recuerdos no están mal, fue el famoso 8 de marzo en que se quemaron las niñas del mal llamado «Hogar Seguro». Todavía tengo escalofríos al pensar en eso.

A nivel Centroamericano, me vienen algunos nombres como la nicaragüense Patricia Belli, que admiro mucho por su trabajo sobre el cuerpo femenino, los estándares de belleza, etc. La costarricense Priscilla Monge es una maestra también: su discurso sobre la violencia sutil y socialmente aceptada en los ámbitos de lo íntimo me parece esencial en la época que vivimos. Otra Priscila de Costa Rica (esta vez con una sola l) es P. González: descubrí su obra en la 9ª Bienal de Artes Visuales Centroamericanos (en zona 4, Guatemala) donde presentó en un «comedor» su papel picado erótico, provocativo, humorístico: otra forma de tratar la feminidad, con más ligereza. Donna Conlon, que reside en Panamá, ha hecho obras de vídeo y fotografía que son, a mi parecer, esenciales para nuestra región. El duo con Jonathan Harker ha sido fértil.

Y volviendo a Guatemala, una mujer pilar, a la vez gran fotógrafa, artista plástica, gestora cultural, curadora, pensadora, docente, federadora, maga: Clara de Tezanos. Creo que Guatemala le debe muchísimo.

Así, algunas curadoras que son mi referencia, en Guatemala: por supuesto, Rosina Cazali, que abrió brecha en muchos aspectos. La primera exposición que le conocí fue «Horror Vacui» en el Centro Cultural de España en Guatemala. Fue el primer gran evento de performance en un espacio institucional, sobre un tema fuertísimo, que si bien es compartido por todas las sociedades latinoamericanas, fue vivido con mucho sufrimiento en Guatemala. Rosina es una mujer valiente que admiro mucho.

Alma Ruiz, desde Los Ángeles, es una figura central para el arte de Guatemala, pues nos visibiliza como país de arte, en otras esferas.

Pero mi gran heroína es Virginia Pérez-Ratton: esa costarricense fue la primera que creyó en Centroamérica como región. En un momento histórico crucial de las firmas de las paces, impulsado en gran parte por el presidente Oscar Arias, Virginia fue la que unió la región a nivel artístico. Sus exposiciones Mesótica I y II fueron hitos en la historia del arte de la región.

¿Te gustaría darnos alguna frase que creas importante que todas las mujeres en el arte guatemalteco / centroamericano debemos tener presente?

Centroamérica es una tierra de sabidurías ancestrales, de fuerzas telúricas. Así como los volcanes que habitan nuestra geografía, las centroamericanas sacamos nuestra fortaleza de nuestro centro, nuestro arte es visceral. Las mujeres centroamericanas somos seres de luz, luchadoras, poderosas. Hermanémosnos. Conozcámosnos. Expresémosnos.

No creo que debamos crear una separación para con los hombres. Simplemente mirarlos a los ojos. Callar sólo el silencio heredado. Alzar nuestras voces. Danzar con la vida.

Puedes ver más sobre su trabajo como curadora y sus textos en su página web.

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CONOCE A LAS CURADORAS: LUISA GONZALEZ-REICHE

Es una historiadora del arte y educadora que se enfoca en la relación entre la epistemología, el arte y el aprendizaje. También ha sido catedrática universitaria de filosofía, teoría del arte y metodología de la investigación, y ha impartido cursos libros sobre cultura y arte. Dentro de sus publicaciones se encuentran dos guías pedagógicas sobre la integración del arte en el aula para el desarrollo del pensamiento. Estudió arte y diseño en Art Institute de Philadelphia y un BA en historia del arte. Es licenciada en Psicopedagogía y educación y tiene un posgrado en Neurociencia de la Educación. Además, cuenta con estudios de maestrías en historia, filosofía y neurociencia educativa. Por otro lado, se especializó en el abordaje constructivista de la educación en el Project Zero, centro de investigación de la Escuela de Posgrado en Educación de la Universidad Harvard.

Desde 2009 ha escrito una diversidad de ensayos sobre temas de educación, análisis cultura, historia y política en diversos medios como Revista RARA, Magazín 21 y Universidad de San Carlos. Asimismo, fue columnista de arte y cultura en Contrapoder (2013 y 2015); actualmente sus escritos se encuentran en Plaza Pública (desde el 2018) y Agencia Ocote. Se ha dedicado al desarrollo de metodologías de enseñanza, diseño curricular y capacitación docente y profesional en instituciones y privadas. Dentro de sus proyectos personales y colectivos destacan Herística, un centro de consultoría educativa en donde es fundadora y directora; Revista RARA (2010), una revista de arte y arquitectura como confundadora y editora, y Proyecto La Pila, un espacio de experiencias de aprendizajes, encuentros y producción de proyectos artísticos como cofundadora y directora.

Fue responsable de visionados de portafolios, ya sea como el festival FotoRio (Brasil), y ha participado en la curaduría de diversas muestras y proyectos artísticos. Por otro lado, ha diseñado programas de mediación artística y visitas guiadas para centros culturales y museos locales y en el extranjero, y participa de revisión ciega a nivel académico y en publicaciones artísticas internacionales. Por último, es una artista visual que ha explorado la acuarela, el óleo y el acrílico, el textil, corte y confección, la fotografía y el video. Actualmente su trabajo se ha centrado en una reflexión sobre la imagen a través de la post-imagen y la post-fotografía. Dentro de su experiencia laboral se puede mencionar que ha sido artística en cortometrajes y productora en varios videoclips. También, ha expuesto en muestras colectivas en Guatemala, y realizó una muestra personal en Florencia, Italia.

Puedes conocer más de su obra como artista en sus diferentes perfiles de Instagram: Collage y Carne del mundo.

A continuación te compartimos una entrevista en la cual profundizamos que ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

La curaduría surge como parte del sistema hegemónico del arte llamado posmoderno o «contemporáneo», que establece figuras consideradas expertas para la selección, gestión y promoción de obras de arte en el mercado (desde museos o galerías). Generalmente, los curadores establecen criterios (actualmente tanto discursivos como estéticos) para el mercado del arte (porque la manera en que el arte circula hoy es una propia del mercado) a los cuales los artistas interesados en formar parte del mainstream deben regirse.

También sucede en algunos casos que los curadores imponen un discurso a la práctica artística en función de su integración a ese sistema del arte. Así, el curador se convierte en quien «habla» por las obras y los artistas resultan instrumentalizados. Esto sucede incluso con el uso de conceptos decoloniales o propios de prácticas disruptivas cuando son utilizados dentro de los esquemas tradicionales del arte «contemporáneo».

Otra manera de ver el papel del curador o curadora es considerarlos como editores cuyo trabajo es acompañar el proceso de diversos artistas y generar diálogos que puedan dar lugar a planteamientos interesantes o incluso transformadores para la sociedad. Sin embargo, siendo una figura que surge al centro de la institución del arte (donde la palabra institución ya tiene implicaciones delicadas), no deja de ser controversial cuando se trata de buscar formas-otras de hacer y pensar el arte.

Esto es así pues la institución –el sistema de galerías, museos y festivales– y su noción de «arte contemporáneo» se caracteriza por prácticas extractivistas y la exclusión de diversas expresiones o prácticas creativas (pues desde una perspectiva curatorial tiende a entenderse únicamente desde las convenciones sociales de lenguaje y representación). Los museos y galerías, por ejemplo, están organizados alrededor de objetos de modo tal que se privilegian las construcciones sociales, ideológicas, históricas y culturales de dicho objeto. Se priman discursos e imaginarios a costa de otros (los que no llegan a estar en esos museos o galerías). La práctica museística es de por sí algo al centro de una visión dominante, aún cuando adopta posturas «críticas». Tampoco podemos negar que detrás de ese sistema hay un mercado poderoso que a la larga determina discursos, relaciones y jerarquías, siempre desde una visión individualista.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

Nunca he trabajado como curadora pero sí coordiné algunas exposiciones hace varios años. En esos casos me interesó propiciar diálogos con y entre artistas, no sin haber enfrentado retos o limitaciones propias del espacio expositivo e intereses institucionales.

Me parece que tanto la práctica de la curaduría y la gestión pueden propiciar la integración de nuevos actores y dimensiones a lo que conocemos como el mundo del arte. Esto implicaría nuevos métodos de exhibición y documentación que le hagan justicia a las agencias múltiples e independientes que conforman la práctica artística, incluso más allá de la visión antropocéntrica. Por supuesto que ya existen algunas prácticas y búsquedas interesantes en esta línea si bien no lo he visto en el ámbito local.

Me interesa explorar los procesos y abrirme de manera más directa a intercambios y experiencias colectivas del hacer/pensar/sentir/afectar con el arte. Es un proceso de indagación/investigación permanente que rehoye de la idea de la linealidad y del resultado. Esta práctica se combina de manera directa con mi práctica pedagógica y conforma ensamblajes que, me parece, abren posibilidades interesantes y enriquecedoras.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras?

Mi visión y mi práctica son interdisciplinares por lo que encuentro inspiración en una amplia variedad de ideas y ejercicios del sentir/pensar. Más que pensar en «referentes», que es de por sí una categoría patriarcal, me gusta pensar en provocaciones, conversaciones e intercambios enriquecedores. En ese sentido, me provocan mucho las prácticas del tejido, las exploraciones antropológicas y arqueológicas ejercidas por mujeres que escapan a la visión dominante, la literatura de mujeres que escriben desde los «márgenes», el periodismo que se hace desde el cuerpo y su vulnerabilidad y las pedagogías críticas guiadas desde la colectividad.

¿Te gustaría darnos alguna frase que creas importante que todas las mujeres en el arte guatemalteco / centroamericano debemos tener presente?

Habría que volver a «habitar» el cuerpo y el proceso, abrirse a la colectividad –una que contemple prácticas más allá de lo humano– y documentar esos intercambios como quien colecciona gestos, palabras y silencios por medio de cualquier recurso o lenguaje disponible. Es decir, re-aprender de nuestras abuelas y de sus abuelas, antes de ellas.

Puedes conocer más sobre su trabajo y sus textos en su blog.

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CONOCE A LAS CURADORAS: CLARA DE TEZANOS

Es una artista, gestora, docente, fotógrafa y curadora. A temprana edad, realizó estudios de fotografía en París, Francia; donde también trabajó como asistente plateau de las revistas Marie Claire y Cosmopolitan. Su obra ha sido expuesta en exposiciones colectivas e individuales en el país e internacionalmente.

Es cofundadora de diferentes proyectos culturales, tales como el Centro de Fotografía, La Fototeca; el Festival Internacional GuatePhoto, el espacio de experimentación, Fototropía y la galería Espacio Satélite; en donde ha trabajado como directora y curadora en jefe. Asimismo, ha publicado dos libros: Piedra-Padre, Universo y Por Maniobras de un Terceto.

A continuación te compartimos una entrevista en la cual profundizamos que ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

La curaduría es el acto de seleccionar y configurar con un ojo educado cualquier tema con la intención de poder integrar una narrativa detrás de un trabajo individual o de un colectivo. Claro, es un sesgo, una mirada, una investigación, una categorización, una manera de poder articular temas profundos de distintas formas, a través de distintas voces.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

Por accidente desde el comienzo de mi carrera me encontré curando exposiciones de manera intuitiva, sobre todo en proyectos como el Festival GuatePhoto, Galería Fototropía, Espacio Satélite, como también la dirección editorial publicando libros. En estos 10 años quizás hayamos montado un centenar de exposiciones y esto ha sido gran escuela para mi de aprender a integrar, potencializar, articular, materializar ideas colectivas e indiviales, o como me gusta verlo, aprender a pulir la perla. Mi principal motivación es la de estar involucrada en  la creación en todo sentido – observarla, estimularla, promoverla, circularla y que este gesto le llegue a una audiencia para generar diálogos, impacto. Definitivamente mi oficio y proceso creativo se alimenta entre mis propias creaciones, la docencia, la curaduría y la gestión cultural – todo esto suma una investigación profunda de intereses propios. También lo veo como una práctica integral – la de ser artista y al mismo tiempo ofrecer la gestión cultural como un servicio, forjar camino, aportarle al acervo cultural y a la manifestacion de las ideas y reflexiones.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras?

¿Te gustaría darnos alguna frase que creas importante que todas las mujeres en el arte guatemalteco / centroamericano debemos de tener presente?

Siempre he visto que la mujer como aquella que sostiene, nutre y contiene a la humanidad.

Puedes conocer más de la obra y curaduría de Clara de Tezanos en su página web

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CONOCE A LAS CURADORAS : ROSINA CAZALI

Es una curadora independiente, crítica de arte, columnista y conservadora de museos de Guatemala. Realizó estudios de arte en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Es fundadora del proyecto La Curandería (2000); cofundadora de Colloquia (1997) y del Festival Octubre Azul (2000), y directora del Centro Cultural de España en Guatemala (2003-2007). Asimismo, fue parte del equipo de curadoras de la XIX Bienal de Arte Paiz, junto a Cecilia Fajardo-Hill, Anabella Acevedo y Pablo José Ramírez.

En 2010 Cazali ganó la beca otorgada por la John Simon Guggenheim Memorial Foundation para investigar la producción artística en Guatemala y, en el 2011, fue invitada a curar Móvil (2011) de Regina José Galindo, una de las exposiciones centrales de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia Mexicana en el Museo de Arte Contemporáneo (MUAC). Además, coordinó el simposio El día que nos hicimos contemporáneos (2014) del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) San José, Costa Rica.

Ha participado como ponente en encuentros teóricos convocados por dOCUMENTA 12, celebrado en El Cairo, Egipto; Royal College of Art, Londres; Independent Curators International, New Museum of Art, Nueva York, entre otros. Por otro lado, en el 2014, fue reconocida con el Premio Príncipe Claus por su trabajo como curadora y escritora. Cabe mencionar que fue columnista del diario guatemalteco El Periódico y ensayista para el suplemento cultural El Acordeón.

Desde 2016, junto a Anabella Acevedo, conforma el Proyecto Laica, una plataforma transdisciplinaria dedicada a la investigación y gestión del arte contemporáneo de Guatemala. Más adelante, en 2017, ambas obtienen una beca de Investigación de la Fundación Júmex.

A continuación te compartimos una entrevista en la cual profundizamos que ha significado la curaduría y ser curadora en Guatemala para ella.

Para ti, ¿qué es la curaduría?

Hace treinta años, la curaduría comenzó para mi como un oficio que fue mutando. Posterior al modelo de la mera gestión de exposiciones pasó a ser un espacio donde las herramientas fundamentales fueron el acompañamiento y el diálogo in continuum.

Ese ejercicio me permitió observar y comprender lo que sustentaba las ideas y preocupaciones de los artistas y sus procesos de trabajo.

Hoy es difícil ejercer la curaduría en Guatemala, aun estamos a años de luz de su pleno reconocimiento como profesión. Sin embargo, en los últimos diez años, eso mismo me ha llevado a descubrirla y ejercerla como un territorio elástico, desde donde pensar, investigar y escribir sobre el arte, la cultura, nuestras historias, psicologías y contemporaneidad.

¿Qué representa para ti ser curadora/artista/gestora cultural?

Pensarme como ‘curadora’ (así, en femenino y desde el feminismo) es algo que me ha aportado y asegurado un espacio para seguir apuntalando mi opinión. Esto también asegura espacios para las curadoras y artistas que comienzan a ejercer y para las que vienen.

En esta sociedad marcada por la inequidad, no te puedes imaginar lo que fueron los inicios. Así que es muy emocionante sentirse eslabón de una cadena que comienza a mostrar frutos, en la articulación de las ideas, saberes, miradas, intenciones, voces y fuerzas de trabajo vinculados con el arte.

¿Cuáles son tus referentes de curadoras?

Cuando inicié en los 80, me tocó compartir la construcción de una plataforma que no existía en la región. En esa perspectiva centroamericanista, conté con el apoyo e interlocución de mujeres excepcionales como Virginia Pérez-Ratton, Adrien Samos, Mónica Kupfer, Juanita Bermúdez, América Mejía, Beatriz Alcaine y Janin Hasbun. Más adelante, confluyeron mujeres igualmente excepcionales como Anabella Acevedo, Tamara Díaz Bringas y Belia de Vico. Total, bien acompañada de grandes referentes de la región. Mejor… imposiblei

¿Te gustaría darnos alguna frase que creas importante que todas las mujeres en el arte guatemalteco / centroamericano debemos tener presente?

Como curadora, no repitás mecánicamente lo que han dicho curadores, historiadores, críticos o artistas hombres. Intentá rescatar lo que han dicho curadoras, historiadoras, críticas y artistas mujeres.

Puedes ver el decálogo completo haciendo click aquí

 

Puedes conocer más de la obra y pensamiento de Rosina Cazali por medio de sus columnas en medios y libros. También la puedes seguir en Instagram.